martes, 17 de marzo de 2009

ESNIFANDO EN LOS CAMPOS DEL SEÑOR



Ese bigote que impresiona, esa voz grave, esa presencia que intimida ante su sola mención en los cuerpos policiales.

Es ya, un viejo ministro, lleva mas de 5 años en el cargo con algunas variaciones y cualquiera diría que es un hombre exitoso en sus funciones, un funcionario público de aquellos. Pero lamentablemente nada mas alejado a la verdad, es quizás el peor de todos y quizás por ello dure tanto, en un gobierno que se ha caracterizado por su ineptitud manifiesta, este hombre les viene como anillo al dedo.

Ya había cumplido funciones con otro preclaro dirigente de la nueva Argentina, el mentor de la década, el inolvidable Eduardo Duhalde.

Dice el mismo ministro en funciones, que su gestión ha sido la que mas droga incautó, demás está decir que suponemos, que si se incautó más droga es por que el tráfico debe haber aumentado en forma incipiente. Los otros indicios así lo indican: asesinatos estilo mafioso, presencia de personajes de carteles de México, fumadores de marihuana a la vista de cualquiera, de “paco” y de pastillas cuya presencia se manifiestan ante la gran cantidad de trafico de precursores químicos para su desarrollo.

El hombre del bigote propone la despenalización de la tenencia y su venta minorista. Sorprende con su tenacidad en el intento como si ya no fuera un problema la situación actual de los jóvenes y adolescentes drogados y los consumidos por el “paco”.

Hay denuncias que cuentan que el ministro, en su gestión, se ocupó que la Policía Federal no realice tareas de prevención a las drogas y evitó que realicen cursos de actualización en la lucha contra el narcotráfico.

Insiste en acusar a los jueces, en que persiguen al adicto y no al verdadero narcotraficante, una sentencia al voleo, que se puede comprobar con estadísticas, que por supuesto ya no existen en forma oficial. Como tampoco deben existir del notable incremento del tráfico.

Aumento bestial de la delincuencia, aumento de la desocupación y marginalidad, aumento de la pobreza e indigencia, aumento de nuevas drogas sintéticas, aumento de jóvenes involucrados en hechos delictivos.

Ley de Blanqueo de capitales

A pesar de todo esto, el cartaginés, curiosamente, pretende la despenalización y se pasea orondo y exitoso por los medios amigos, sin repreguntas y haciendo un culto de la mentira.
A la larga estaremos todos esnifando alegremente en los campos del Señor...

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