sábado, 24 de septiembre de 2016

¡SEGURIDAD, SEGURIDAD!


Sálvese quien pueda:

Ya no se grita: ¡Perón, Perón! Hoy, merced a la terrible herencia sciolista-peronista, la anomia social está instalada en la Provincia de Buenos Aires, con crecimiento exponencial de villas miserias, falta de trabajo, poco acceso a la educación, planes sociales mal diseñados, falta de  alicientes para generar una reconversión industrial, la aparición del "lumpenaje" -ya olvidado en el siglo pasado-, el cartonerismo como profesión, el trabajo infantil prohijado por los gobiernos y la falta de atención a la mujer, han creado un cocktail explosivo en Buenos Aires.
A esto hay que agregar la llegada de inmigración de baja calidad, en particular de países cercanos y, por sobre todas las cosas, la aparición de la droga, de ellas la peor EL PACO, la droga de los pibes y de los pobres.

Todo esto lo recibió el gobierno de Vidal, junto a un crecimiento descontrolado de delitos en la vía pública que, por la falta de intervención policial, ha llevado a particulares a defenderse por su propia mano.

Se vive en el peor de los mundos. Pobres contra pobres.

¿Es esto algo que debe sorprendernos? No, era totalmente previsible, legado del gobierno que se fue. El daño kirschnerista ha sido mucho mayor de lo que a simple vista se puede considerar. Con la complicidad de políticos y funcionarios se permitió el ingreso descarado de los patrones de la droga, instalados en las villas por su más difícil acceso donde la utilización y esclavización de niños y jóvenes es una regla sin excepción.

El conurbano bonaerense se ha transformado en tierra de nadie. La Ciudad de Buenos Aires solo es transitable en la zona norte. Los sin techo ya se cuentan de a miles, y hasta se da la paradoja de que los que trabajan con la basura, como lo hacen de noche y viven en el conurbano, prefieren quedarse en la ciudad y dormir a la intemperie, su lugar de trabajo y el de su familia.

Los hospitales bonaerenses, por el estado crítico en que los dejó el gobernador anterior, Daniel Scioli –el peor de la historia reciente-, no pueden brindar los mínimos servicios, por lo que bonaerenses deben ir a tratarse a la Capital, provocando una gran aglomeración en una ciudad que recibe de los alrededores tres millones de personas al día.

La Gobernadora, dolida por el estado en que se encuentra la policía, las cárceles, los hospitales, etc., para solucionar estos problemas se empeña en la búsqueda de personal idóneo. Sabe que la solución viene por la prevención antes que el dictado de leyes duras, como piden los opinólogos de turno.