Hace ya más de treinta años que ese pionero que fué Eduardo Moore (9 de hándicap) y su amigo Hector Barrantes (8) viajaban a Gran Bretaña a jugar y vender caballos de polo, así el “Gordo” Moore fue abriendo mercados: el Sultán de Brunei, uno de sus clientes, necesitaba petiseros y jugadores, entonces Moore, no tuvo mejor idea que convocar a unos chicos que jugaban allí por el pueblo de Monte y que pertenecían a familias amigas.
Uno de ellos fue Gonzalo Pieres, que con excelente dominio del idioma inglés, más la educación y su gran juego, no tardó en ser el favorito del Sultán como de los ingleses para jugar partidos en las islas y en Brunei. A todo esto Gonzalo le agregó picardía, ideas y contactos.
Para el “Gordo” Moore estar en Inglaterra era como estar en su casa, lo querían y trataban como uno más de la élite. Lo mismo pasaba con Barrantes, con la salvedad de que éste se casó con Susan, la madre de Sarah Ferguson (ex mujer del príncipe Andrés).
Gonzalo, que aprendió de sus maestros Moore y Barrantes, se dio cuenta del valor que tenía para ellos jugar con un "fuori serie" del polo, que no sólo eran los caballos y sus ventas, sino también jugar en los equipos de ellos con contrato y también enseñar. Este es el gran hallazgo; empieza a cotizarse y con él todos los demás jugadores se ven beneficiados, empiezan a maximizar tanto lo que dan por lo que reciben.
Hoy el polo se cotiza en millones de dólares: tanto sus jugadores como los caballos forman una unidad única e irrepetible en el mundo, de allí su valor. Y Pieres lo vio antes que nadie, tanto es así que organiza todos los años la “Copa de Oro La Ellerstina”, exclusiva para patrones y que se juega en sus campos de Pilar y General Rodríguez.
Lo curioso de esta copa, que es por inscripción -cotizándose los equipos de bajo hándicap (hasta 14 goles) a 15.000 dólares y de alto (hasta 26 goles) a 20.000 dólares, y se llegan a juntar hasta 26 equipos, recaudándose por ello 350.000 dólares de inscripción-. Los millonarios patrones que compran el equipo también quieren jugar con jugadores de nivel al lado y los contratan por entre 2.000 y 5.000 dólares el torneo, según su calidad.
La organización es impecable, Pieres les pone referees (200 dólares por partido), caballos y hotelería. Los mejores hoteles del país albergan a estos personajes que vienen con sus familias y juegan entre semana, yendo los fines a ver los partidos del Abierto. También otro negocio implícito es la venta de caballos, cuyos precios oscilan entre 20.000 y 70.000 dólares, según cómo sean y quién los haya jugado.
El tema de los caballos merece un comentario. Estos “petisos” son de raza pur-sang en un 70% y de polo el resto, lo que crea un caballo muy rápido y muy blando de boca.
Hoy ya el polo pony es una raza reconocida, Pieres doma cerca de 500 caballos por años y sólo el 5% de ellos, se calcula, se lo quedan ellos para los grandes torneos, los demás son vendidos al exterior o dentro de nuestro país.
Es tan profesional el tema, que los domadores que se contrata deben respetar un conjunto de normas de estilo para la aplicación de la doma. Nada de libre albedrío.
Como también en estos caballos se puede utilizar la inseminación artificial, se da el caso de haber jugado un mismo torneo madres e hijos.
Es muy importante el papel del veterinario: en el grupo Pieres, lo cumple Jorge Mac Donough, padre de los jugadores de la Ellerstina y primo de Gonzalo, discípulo de quien fuera el “padre” de los veterinarios de caballos de carrera, el inolvidable Guillermo Garbers.
Pieres ha logrado armar su propia estructura de negocios, en los cuales el polo es la nave insignia. Se asoció con Federico Álvarez Castillo (ex textiles Exxel) para lanzar al mercado la línea Etiqueta Negra-Ellerstina. En marzo de 2004 le compró a su ex patrón, amigo y socio Kerry Paker su participación accionaria en la cítrica S.A. San Miguel, los campos en General Rodríguez , el Haras La Baronesa, un tambo en Córdoba con 8.000 vacas de ordeñe y, como frutilla del postre, 1.000 yeguas madres. Todo esto en la suma de aproximadamente 20 millones de dólares, haciéndolos participar también a su yerno, el polista Mariano Aguerre, y a sus hijos Gonzalo y Facundo.Hoy, se dice, hace negocios con Felipe Solá.
Al torneo de Pieres le han surgido imitadores: los Novillo, con la copa “Julio Novillo Astrada”, "Picky" Diaz Alberdi con su copa en La Alexandra, Adolfito Cambiasso en La Dolfina . Lo interesante es que no hay canibalización de patrones: al contrario, el negocio se va ampliando, aparecen nuevos millonarios y, como si esto fuera poco, hasta sponsors comerciales.
Pieres ha jugado con el sultán de Brunei, con el principal accionista de Coca-Cola, Gillian Johnston, con el australiano Kerry Paker, (después su socio) y todos lo consideran y respetan como a nadie.
El negocio, como se ve, desde las épocas de los Harriot y Dorignac ha crecido en forma exponencial: hoy ya se habla de un deporte de élite, pero visto por millones. El último abierto se transmitió por televisión a 100 países. Igual que la NBA. aunque usted no lo crea.
El polo argentino es marca-país y esto ha sido obra de la gran cantera de jugadores y la visión de negocio de varios, en especial don Gonzalo Pieres. Por eso, en este regio deporte, todos dicen hay un antes y un después de Gonzalo, el nombre del Polo.
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