¿Cómo se explica que después de la década de los mayores ingresos habidos en la historia de la nación:
Las reservas del Banco Central estén exhaustas,
El peso carezca de valor,
La infraestructura esté más obsoleta que antes,
Se haya perdido el autoabastecimiento de petróleo y gas,
La red de energía eléctrica viva al borde del colapso,
No haya radicación de capitales extranjeros y los locales hayan huído,
La inflación vuele,
La recesión da su primeros pero resonantes pasos,
Las suspensiones y despidos se empiecen a sumar,
La pobreza e indigencia alcance a más del 30% de la población,
Las villas se hayan multiplicado,
Se esté en medio de un fuerte ajuste ortodoxo,
Se busque desesperadamente volver a endeudar al país,
Exista una presión tributaria como nunca antes,
El déficit de las cuentas públicas se convierta en intolerable,
Las provincias presenten un inmenso ahogo financiero,
El empleo en negro sea altísimo,
Muchas actividades estén paralizadas por cierre de importaciones,
Exista cepo cambiario… ?
Esa es la gran pregunta: ¿Cómo se explica semejante despropósito?; si, además, para las autoridades nacionales todo anda bien, los años transcurridos han sido los ganados y de lo poco malo que para ellas existen la culpa siempre es de las malditas coporaciones que quieren desestalizar a un gobierno probo.
El famoso relato ocultó para muchos y deja traslucir para la miope mayoría restante que la ficción fue tan solo una cruel mentira.
¿Qué pasó entonces?
Los argentinos -sin distingo- han asistido a una estafa inaudita. El país está quebrado, guste reconocerlo o no.
El gobierno kirchnerista/peronista ha fracasado estrepitosamente aplicando una política populista de dilapidación de recursos, falta de capacidad, deshonestidad inconmensurable (sin justicia, que al menos hasta ahora o quizás nunca, encarcele a los que han robado buena parte de los dineros de todos para enriquecimiento personal) más una repetición de viejas prácticas buscando la perpetuidad en el poder que termina, como siempre, en un nueva compleja crisis económico-financiera que deben soportar y pagar la mayoría de la población, como es habitual.
El telón de esta obra maestra del terror se está cerrando con una sociedad que no alcanza a salir de la anestesia que la ha adormecido más de la cuenta para no poder reaccionar frente a este nuevo piso de un pozo -cada vez más profundo- en que va cayendo, año tras año.
El gobierno de Cristina Fernández viuda de Kirchner, no se siente responsable de nada; siéndolo de todo. Semejante hipocresía roza con un sonoro cachetazo al sentido común.
Jorge Héctor Santos
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