jueves, 26 de mayo de 2011
UNA VISIÓN SERIA DEL CRIMEN DE MARÍA MARTA (por Carlos L. Bosch)
"Sólo me baso en lo leído en los diarios” aclara el Dr. Bosch quien sostiene que para él, el grupo familiar es “inocente”.
Un primer aspecto
Supóngase por un momento que el asesino o co-autor haya sido el acusado Carrascosa.
Ello indicaría que Carrascosa efectuó seis disparos sobre la occisa.
Seis disparos en la cabeza no los ejecuta una persona en estado de frialdad mental, sino una persona manifiestamente alterada: sea por un estado emocional especial –ira, desesperación, locura, odio- o por droga.
No hay absolutamente ningún elemento, pese a las investigaciones y tiempo transcurrido, ni de ese día en especial ni de la vida matrimonial entera, indicativo de que Carrascosa se llevase mal con su esposa. Ni tampoco de que consumiese drogas o viviese en algún desorden. Ni tampoco que hubiera el menor problema con el resto de los familiares. El fiscal sin duda ha buscado desesperadamente algún elemento de discrepancia o de malas relaciones entre los esposos y no ha encontrado absolutamente nada.
El asesinato, pues, de haber sido su autor Carrascosa, o haber él participado, fue realizado en estado de frialdad mental y no en estado de emoción violenta. ¿Es concebible que en estado de absoluta frialdad ejecute el asesinato con seis disparos en la cabeza? Absurdo.
Pero, además, si fuera en estado de frialdad, o si la mató otra pariente furiosa y Carrascosa actuó para tapar el crimen, ¿es concebible que este hombre frío y sereno haya creído –antes de que ocurriera- que nadie advertiría los 5 balazos? ¿No era absolutamente más lógico simplemente decir que la encontraron así en la casa e imputar las cosas a un asaltante desconocido?
En consecuencia, visto los 5 balazos, habrá que inclinarse por la hipótesis de la emoción violenta. Obviamente, si fue cometido en tal estado, no fue premeditado, es decir no fue planificado de antemano. Simplemente, llegó a su casa y algo sucedió allí que hizo que Carrascosa se enfureciese y empezase a disparar como loco contra su esposa.
No obstante ello, según la acusación inmediatamente Carrascosa actuó con enorme frialdad: se fue tranquilamente a tomar un ligero copetín al boliche cercano (¿a que fin?) recibió en la puerta a la masajista, encontró el cadáver, llamó a la ambulancia y sostuvo tranquilamente, pese a presumir que los cinco disparos serían determinados por cualquier médico, que se trató de un golpe contra la canilla de la bañadera.
¿Es compatible aquel estado de locura del asesino con la subsiguiente e inmediata serenidad y frialdad a toda prueba? ¿Es creíble que realmente pensara que todo el mundo –médicos incluidos- se engañaría y no vería los 5 disparos en la cabeza?
¿No hubiera sido mucho más lógico para este frío criminal que sabía de antemano la inexistencia de motivos, que contaba con el total apoyo familiar, que directamente lanzara desde el principio la versión de algún asesino externo?
Es evidente que quien dispara seis veces sobre la cabeza de una persona, no puede siquiera concebir que esos disparos no serán advertido por nadie, ni por los médicos que la revisarán ni por los familiares que velarán el cuerpo.
Ello indica que lo último que haría este frío asesino es inventar un golpe de canillas o cosa semejante. Lo que evidentemente haría sería sostener que alguien disparó los seis balazos, un ladrón. Carrascosa, si disparó cinco balazos en la cabeza, no pudo haber pensado en engañar a todo el mundo con un accidente. Es ridículo. Lo lógico es que Carrascosa asesino pensara más bien en sostener la presencia de un extraño.
Lo cual lleva al tema de las coartadas. No conozco los horarios exactos en que sucedieron las cosas, pero un Carrascosa asesino no necesitaba inventar absolutamente nada, simplemente porque la hora exacta del asesinato no fue conocida. Ahora bien, supongamos que Carrascosa efectuó los disparos mortales sobre su mujer, y supongamos que los efectuó –por alguna razón desconocida- en estado de frialdad mental o en estado de emoción violenta. Supongamos también que en ese momento pensó que alguien debió oír los disparos y que, por lo tanto, él necesitaba una coartada para ese preciso instante. Es evidente que si creyó que alguien oyó los disparos, no pudo sostener que se había tratado de un golpe en la canilla de la bañadera, máxime cuando no cabía pensar que los disparos quedarían disimulados incluso para los médicos. Es decir, si pensó que alguien oyó los disparos, no sostendría la versión de la canilla, y si pensó que nadie oyó los disparos, entonces como nadie sabría el momento exacto del asesinato, él no necesitaba inventar nada ni disimular nada, salvo sostener que llegó a la casa y se encontró con el asesinato.
¿Es absurdo que ni él ni los médicos ni los familiares hayan notado los balazos? Suena increíble, por cierto, pero mucho más increíble es la tesis opuesta de haber falsamente querido convencer a todo el mundo de un golpe de canilla, frente a la mucho más simple aseveración de haberla encontrado asesinada.
Un segundo aspecto
¿Es concebible que nadie haya podido establecer un motivo para el asesinato? Fiscales, amigos, parientes, nadie. No han podido encontrar una sola resquebrajadura en la relación familiar.
Es seguramente por ello que los fiscales necesitan acusar a toda la familia. Un gesto desesperado de quienes saben que no se sustenta la acusación sin un motivo para el crimen, y no sólo sin motivo descubierto sino con más bien con la evidencia de no existir tal motivo, ya que toda la familia habla de la buena relación matrimonial.
Por esto tienen necesariamente que involucrar a la familia en una suerte de complot general propio de una película de Hércules Poirot.
Y lo aún más absurdo del caso, algo sólo concebible en nuestra deteriorada justicia argentina, es que los fiscales no sólo tienen que involucrar a la familia para sustentar el caso contra este señor Carrascosa, (a quien –repito- no conozco, ni a él ni a ningún otro involucrado) sino también a la masajista y a un médico. Un médico que habría participado o tapado el crimen pese a no haberse demostrado que tuviese la menor vinculación con Carrascosa.
Tercer aspecto
Pero si la familia es partícipe en el crimen, ¿cómo se explica que haya sido la misma familia la que provocó el descubrimiento del crimen a través de la exhumación del cadáver y luego de la denuncia de haber arrojado el pitito por el inodoro?
Sólo sería ello posible, si estos presuntos complotados estuviesen seguros de que igualmente el crimen sería descubierto. Entonces se habrían adelantado para despistar.
¿Pero se ha presentado algún elemento probatorio de que en ese momento avanzaba una investigación de terceros?
Resumen
Una acusación contra Carrascosa y contra los parientes de María Marta García Belsunce (hermanos y padres) que no sólo no prueba ni tampoco siquiera invoca un solo motivo, por débil que fuera, sino que enfrenta la realidad de la comprobación de la inexistencia de motivo; que no encuentra el arma del crimen, que se ve obligada a involucrar a toda una familia en el crimen para impedirle testimoniar, que se ve obligada a involucrar a un médico sin relación con el presunto criminal y a una masajista.
No he leído el expediente judicial, pero esto habla muy mal de la justicia argentina.
La pretensión de que toda la familia, más dos extraños, se involucraron en el asesinato de esta señora, sin existencia de un solo motivo que de apoyo a esa tesis, es por sí sola manifiestamente absurda. Todo puede ser en este mundo nuestro, pero cuando se trata de algo que en principio resulta absurdo, hay que demostrarlo absolutamente y tornarlo explicable y lógico, tanto más cuanto está en juego la posibilidad de condenar a un inocente, cosa mucho más grave que dejar absuelto a un culpable.
Dr. Carlos L. Bosch
EX Juez
Abogado
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2 comentarios:
Estimado Pepe
Más que un caso de Mr. Poirot parece una comedia de enredos. Lástima que
es un drama con una muerta y varios actores a los que la vida se les
derrumbó.
Poco tiempo despues de ocurrido el crimen, un buen amigo mío y Fiscal
General Penal en aquel entonces - pues desafortunadamente falleció hace ya
cinco años - me comentó que este caso no se resolvería nunca. ¿Las
razones? Ningún crimen encuentra cauce cuando se produce el cúmulo de
torpezas casuales o intencionales que se dieron en el primer mes. Sus
palabras entonces fueron: "la policía debería haber encarcelado a todos
los sospechosos, en ese caso, antes de la semana el que sabe algo, canta."
Me expresó también su muy pobre opinión sobre el fiscal Molina Pico,
ubicado en ese delicado puesto - igual que su hermano - por el padre
cuando era el número 1 de la Armada.
A juzgar por el rumbo de los acontecimientos, parece que tenía razón. Una
pena por los incriminados sin culpa, por la desafortunada víctima y por la
verdad, que es lo único que debería procurar un sistema judicial que día
tras día demuestra su ineficiencia.
Un abrazo.
Carlos: Muy lógica tu deducción y muy acertada tu conclusión.- Adolfo Casabal Elía, ex particular damnificado en la causa en representación de la madre de María Marta.-
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